miércoles, 3 de diciembre de 2008

CAZZO!!!

Hay una manera instantánea de salir de la fase de negación del duelo. Saca a pasear a tu perro, y cuando le estés regañando, deja a tu inconsciente llamarle Carlo. Es infalible. Además iba pensando que hacía mucho que no me escapaba un viernes por la tarde a verle antes de que empezara la clase del master, algunas veces lo hacía. Espiaba cuándo venía él a dar clase, me escapaba del trabajo y aparecía a reclamar MI BESO. Porque siempre tenía uno reservado para mi. El beso en los morros al estilo Carlo, por debajo del bigote.

Todo empezó en Santiago. Había una conferencia multitudinaria impartida por el Adulto de algún gran pope de la Psicoterapia y la sala estaba abarrotada. Había unas sillas a la derecha de la mesa del conferenciante donde se habían juntado los Niños Libres de Javier, Jesús y yo. Javier manipulaba una cámara mientras Jesús y yo hacíamos que escuchábamos el ronroneo insoportable de la charla. De pronto vino otro Niño Libre celoso. Él, seductor y provocador por naturaleza, se sentó en la silla inmediatamente delante de la mía y a intervalos se daba la vuelta y me lanzaba un beso, que lejos de incomodarme o escandalizarme, era inmediatamente correspondido. Hasta que una de las veces que se giró nos encontró a Jesús y a mi abrazados. Todavía me parto de la risa al recordar su cara de afrenta incontenida al no ser ÉL el abrazado delante del público.

No todos los días pierdes un maestro y no todos los días te paras a recordar qué te has llevado de él en esta vida. A veces he intentado entender qué demonios trataba de enseñarnos. Desde luego si eres un alumno de los que trata de coger apuntes para luego estudiar olvídate. Me hizo gracia hace pocos meses cuando repasando mis notas del master vi cómo al principio de las clases de Carlo aún hacía intentos de apuntar cosas ininteligibles (¿qué querría decir con esta frase a medio construir?), cómo pasaba a ser medio garabatos, terminando por un folio en blanco con el título. Ahora me doy cuenta de que daba igual el contenido del módulo, que daban igual los apuntes, el Análisis Transaccional, que probablemente lo que te contara ese fin de semana no lo ibas a aplicar nunca con tus pacientes. Seguramente ibas a aprender más de sus técnicas y sus teorías a través de otro profesor o de un artículo que de sus propias palabras. Yo no sé si les pasaría igual a mis compañeros. Pero a mi cada fin de semana con Carlo me creaba esa zozobra, esa inquietud, ese zarandeo. Al final de lo que se trata es de eso precisamente, no de que te pongas a coger apuntes o de que se te olvide lo que te han contado, sino de que alguien te haya dejado una huella imborrable, te haya hecho pensar, te haya creado una inquietud, y que de repente se muera y te des cuenta de cuánto ha significado en tu aprendizaje y en definitiva en tu aprendizaje sobre la vida, porque cuanto más te fijas en la vida más puedes ayudar a tus pacientes a disfrutar de ella.

Seguramente si lloráramos a Carlo se enfadaría o nos pondría a pensar. Así que esta noche me quedo con una de mis imágenes favoritas, de ese parecido con mi abuelo, de ese aire sabio y genial, sentado en la silla esperando a que nos diera la gana de bajar a clase, concentrado, cantando. A veces escuchando una pregunta o una reflexión de alguno, para de repente saltar muy enfadado y soltar aquella expresión soez y que me encanta, pero que hoy quiero soltar muy alto: Cazzo!.

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