lunes, 4 de junio de 2007

PHILIAS FOBB

Philias Fobb era un pulcro caballero inglés, que como todo hijo de vecino, tenía sus filias y sus fobias. Lo cual quería decir que de cuando en cuando disfrutaba -en secreto y mirando de reojo por si pasaba alguien- de chapotear en algún charco de barro.

Le gustaba la noche; alguna pasaba en vela, paseando en la oscuridad y aspirando el silencio. Aunque claro está que de día era cuando tenía energía y adoraba sentir los rayos de sol -escasos en Inglaterra- sobre su cuerpo.

Montaba en bicicleta y cogía el autobús. Lo mismo preparaba un bizcocho que se iba al mejor restaurante de Londres. Ora lloraba, ora reía. Unas veces gustaba de escuchar la obertura más famosa del Tannhäuser de Wagner que lloraba a moco tendido con un nocturno de Chopin. Adoraba y odiaba todo lo que se cruzaba por su camino. Aborrecía el vino a la vez que olisqueaba una copa de un buen Burdeos que después paladeaba con placer.

Tan confuso, tan confuso estaba, que un día cogió un tren y dio la vuelta al mundo en 80 días. Sólo que la fama se la llevó otro...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jajaja. Sí suele pasar eso con la fama.

Besos

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