domingo, 12 de octubre de 2008

HOY NO

Me pregunto cómo de grande debe de ser el nudo que se te hace en la garganta cuando empiezas un concierto cantando que hoy has echado de menos a tu hermano, después sigues, como en otros tantos conciertos, notando su ausencia a tu lado (y eso que han pasado casi nueve años desde que Enrique se murió), y luego cantar aquella canción que tu hermano le escribió a su hija, diciéndole a María que se agarre fuerte. Hoy tengo "Hoy no" dándome vueltas en la cabeza. Lo tenía como dormida, pero con el concierto de los 30 años me ha vuelto esa pasión adolescente, sobre todo al juntarme cerca, muy cerquita del escenario con otros tantos frikis de Los Secretos como yo, que han rayado discos de vinilo de tanto ponerlos, que escuchaban el disco del directo del (86?) y creían estar allí. Menos mal que de vez en cuando algo me pega un empujón musical y recupero la pasión musical. A veces me gustaría poder pedir deseos a un genio de la lámpara y poder asistir a conciertos interminables, le pediría poder volver a ver a Los Secretos en el Honky Tonk como cuando era adolescente y me llevaron mis tíos en plan backstage con otros músicos; le pediría ir a un concierto de los Beatles, de los Eagles, de mi Sabina, y que no se acabe nunca la música. Me gustaría haber seguido todo el fin de semana pegando botes en la arena de Las Ventas con mi grupito de frikis canción tras canción, contándonos cómo esta es mi favorita, no ahora aquella...
Ahora toca temporadita de rescate de viejos discos.

viernes, 10 de octubre de 2008

GRACIAS POR ELEGIRME

Ha sido divertido, incluso esa lucha entre el morlaco y la torera, porque aunque yo quiero mucho a Eric y es mi cuñado, no le perdono ese vociferio de "Odio a Sabina" que resonó en el tendido de sol esta noche. Sin embargo lo ha resarcido con esas ovaciones compartidas a RAMÓN y su guitarra. Creía que nadie más compartía conmigo esa devoción a ese Ramón tímido que quiere pasar desapercibido pero que cómo va a conseguirlo cuando puntea su guitarra, ¡por Dios!. Seguro que para él no somos más que uno más de "los sobrinos de María" que pegábamos voces en la piscina de Las Rozas cuando él estaba allí las tardes de verano con Begoña, y él es otro en nuestra colección de ídolos que desfilaban en la Movida de los 80 por casa de mis abuelos. O una noche de cangureo de mi prima abrías la puerta y aparecía Álvaro recogiendo un sobre. O te acompañaba a un concierto Javier. Y tú de veinteañera ibas de fan número uno a un concierto de Enrique y meses más tarde aparecías por el tanatorio a consolar a tus tíos mientras por todos los rincones había músicos rindiendo miles de homenajes con sus guitarras. Las Ventas a tope, no cabe ni un alma más y mientras Los Secretos tocan sus grandes éxitos uno tras otro y tú dudas entre echarte a llorar de la emoción y la nostalgia o ponerte a pegar botes (y optas por esto último), te dedicas a llamar por teléfono a tus tíos, iconos de la Movida, especialmente porque ha salido en el escenario Che Mari, y esperas el día en que se monte una Jam Session y puedas disfrutar en privado de la más absoluta genialidad de la música, aquello que fue tu pasión más secreta durante largas horas y que un día te truncaron para ser mujer de provecho. Lo que daría yo esta noche por haber estado, sólo un minuto, al lado de Álvaro Urquijo.

domingo, 5 de octubre de 2008

TENIAMOS SUEÑOS

Aquel verano tan intenso escuchaba yo unos versos de Sabina que decían "en Comala comprendí que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver". Yo era feliz allí y en aquel momento, y pensaba, parada en aquel semáforo escuchando la canción, qué pasaría si en algún momento del futuro las cosas habrían cambiado tanto qué sentiría yo al volver a mi Comala particular.

Fue un verano estupendo, pero pasó, se acabó y empezaron nuestros sueños. Juanmita se fue a Mexico. Anita y David se fueron al Caribe y pasaron muchas cosas. Otros fuimos en direcciones distintas. Estos días paseaba yo por las calles del pueblo y revivía tantas emociones que pensaba que quizá Sabina tenía razón, porque volver a Comala te recuerda los proyectos que tuviste y que pasado un tiempo ves que no has cumplido. Entonces salimos de allí con la maleta llena de ilusiones y proyectos, y hoy vuelvo a Madrid con un equipaje que consiste en una pizarra en blanco donde todo son interrogantes. ¿De qué sirve soñar si luego cuesta tanto cumplir los sueños?. ¿Por qué tiene que ser tan doloroso visitar de nuevo una cala, una playa donde dormíamos bajo las estrellas, por qué tiene que doler tanto abrazar de nuevo a tus maestros?. Me apetece coger el rotulador y ponerme a garabatear de nuevos sueños la pizarra, pero es que no se me ocurre qué poner. Sólo sé que me han invitado, me han insistido, en que vuelva a Comala, pero a mi me da miedo, porque ya no es lo mismo, ya no somos los mismos, y aquello nunca se volverá a repetir nunca más. Emulando a Heráclito... nunca bucearemos dos veces en el mismo mar.

Otros blogs a visitar