miércoles, 30 de julio de 2008

PEREGRIN TUK Y LOS DEMÁS

Quedaron fuerzas hasta para ponerse poética y gritar en el bosque:
"¡Oh, camiño, camiño, cándo serás chá!".
Pero el camino no colaboraba demasiado, y poca tregua nos dio.

1ª etapa: Villafranca del Bierzo hasta O Cebreiro. 28 kilómetros.
Temperatura fresca a las 6 de la mañana que recibimos agradecidos a la hora de empezar el camino con ganas con buena perspectiva. Cuando salió el sol y se pudo ver el paisaje hubo cierta decepción porque caminar junto a un quitamiedos cerca de la carretera no era lo bucólico que esperaba. Todavía caminábamos juntos y charlábamos.
Pronto vino el verdadero camino. En La Fava ya se adivinaban las primeras casas antiguas de la zona de los Ancares, pero también empezaban 9 ó 10 kilómetros cuesta arriba que te quitaban el aliento pero a cambio te obsequiaban con un paisaje de impacto. Coronando la cima llegamos al que en tiempos fue un pueblo inhóspito y que hoy, de reconstruido que está, parece artificial. Pero pudimos disfrutar de su queso excelente a pesar de la miel, varias y varias, y varias veces.
Postdata: odiamos "al del bigote".

2ª etapa: O Cebreiro hasta Calvor. 37 kilómetros.
El Bierzo quedó atrás y ya no queda nada de ello. Ahora todo son Ancares, que nos tocó descender en la etapa. Madrugón y doble asalto de alemanes que de cualquier forma querían saber por qué hacíamos el camino o si éramos creyentes, persiguiéndonos durante varios metros con molesta verborrea. Mala idea la de pararse a comer opíparamente en Triacastela (a pesar de que la farmacia nos vino muy bien para comprar drogas y ortopedia para nuestras ya castigadas rodillas), porque después de comer hubo que hacer la digestión a la par que se caminaba por la ruta de San Xil. El premio, un camino precioso. El castigo, un sol de justicia y cuestas interminables. Qué bien nos recibió el hospitalero cuando llegamos andando cual muñecas de Famosa y qué bien nos supo la cena que habíamos acarreado, mientras "el chino" se atracaba de espaguetis con polvillo amarillo. Fue el último momento en el que le volvimos a ver. Tras hacer amistades con franceses y alemanes caímos en combate hasta la mañana siguiente.

3ª etapa: Calvor hasta Portomarín. 28 kilómetros.
Qué bien empezar a andar y que empiece el calabobos porque así caminamos sin calor, y además sacamos las capas y empezamos a bromear sobre nuestros aspectos de Hobbits. Además llevamos a Chiclón, el pan chicloso del día anterior que se convierte en nuestro lembas particular, y hacemos un segundo desayuno Hobbit. Entre las ampollas, las roturas fibrilares, las agujetas y las pájaras alguno estuvo a punto de fenecer en el camino y tuvo que hacer un poco de trampas para llegar al albergue. Claro que luego lo devolvió con creces aguantando estoicamente el agotamiento para ir a hacer la colada. Fue el día donde el dolor se volvió castigo divino y al menos a mi, me obligó a hacerme una crisálida de Radiosalil dentro del saco. A uno le dio por raparse la cabeza y darnos un susto.
Postdata: odiamos a "la argentina" y "al del pelito".

4ª etapa: Portomarín hasta San Xulián. 30 kilómetros.
Llueve un poco y eso nos alivia, además el camino es bosque de roble y parecemos personajes salidos de un cuento. Poco Románico queda ya, pero de vez en cuando tiene su encanto apareciendo en algún sitio recóndito. Bendito albergue donde nuestros pies se negaron a continuar, porque pudimos disfrutar de una cena épica incluso con doble postre.

5ª etapa: San Xulián hasta Arzúa. 26 kilómetros.
Hemos salido de las aldeas encantadoras de Lugo y ahora entramos en territorio de La Coruña. Estamos agotados pero en una pulpería de Melide encontramos un oasis de pulpo con cachelos, ribeiro tinto y tarta de queso a las 11 de la mañana. No queremos seguir andando así que nos dejamos caer en el albergue a la entrada del pueblo, donde en los barracones atestados de literas hay gente que no sabe estarse callada. Hoy odiamos a todos.

6ª etapa: Arzúa hasta el Monte do Gozo. 31 kilómetros.
Las agujetas nos dan tregua pero no las lesiones, pero nosotros seguimos hacia nuestro objetivo. El bosque está vivo, parece que se va a poner a susurrar como el bosque de Fangorn. Parece sacado de un cuento. Hacemos varios desayunos como días atrás pero hoy nos damos el homenaje gastronómico que nos amarga un poco la señora que habla a voces a nuestro lado. Paramos un rato a echarnos la siesta pero preferimos chincharnos unos a otros y partirnos de risa. Lo que queda hasta el albergue ya no es nada para lo que llevamos hecho, pero la llegada parece interminable. Pasando por urbanizaciones, no nos dan mucho gozo las vistas pero nos hace gracia "la alcachofa" que han puesto en la cima. Nos dan la gran alegría de darnos literas compartidas con gente a la que adoramos (sin acritud, ¿eh?). Unas cervezas para celebrarlo y se nos suelta la lengua. Dormimos como ceporros a pesar de los ronquidos...
Postdata: odiamos a Jesucristo y a MonicArwen.

7ª etapa: Monte do Gozo hasta Santiago. ¿y qué son 5 kilómetros para nosotros?.
Hoy hasta podemos ir a buen ritmo (bueno, hablo por mi) y nos da tiempo a llegar a la oficina del peregrino antes que las hordas. Y tenemos el resto del día para disfrutar de la ciudad mágica donde todo puede pasar. Bailamos la conga en la rúa del mismo nombre, nos dormimos en la misa del peregrino (y no nos ponen el botafumeiro, grrr), comemos pulpo, bebemos ribeiro, y disfrutamos de la recompensa y del orgullo de la hazaña lograda.
Postdata: ya no odiamos a nadie.
Post-postdata: la amistad sucede cuando estás caminando y te encuentras con que te están esperando a la vuelta de la curva.
Gracias para Bere y Rubens.

CORPORE SANO IN MENS SANA

Todos tenéis permiso para corregirme si me equivoco. Pero mientras me pateaba el camino, cuesta arriba, cuesta abajo, atravesaba aldeas de cuento que tenían cuatro casas. Si había suerte de que estuvieran habitadas, se veía que vivían como antaño. Y al pensar sobre el antaño y al ver que yo misma sólo estaba preocupada por cuestiones básicas como la comida, el cansancio y el camino, concluía lo siguiente. ¿Cuánta patología mental habría antes?. Me refiero a cuando los hombres dedicaban el día entero a cubrir sus necesidades básicas, de alimentación y de refugio. Ya sea cuando vivían en cuevas o cuando pasaron a aldeas de casas de piedra, no había tiempo durante el día a dedicarse a darle vueltas al coco de la manera tonta en la que lo hacemos hoy en día. No tenemos dificultades en encontrar comida, ni en cobijarnos, ni en conseguir luz eléctrica, pero a cambio esa parte mental en la que no ponemos energía se dedica a dar vueltas y vueltas. Quizá eso reduce la etiología de las patologías mentales a las carencias afectivas y al trauma (quitando la parte genética). Podemos tener traumas y falta de cariño desde nuestros ancestros, pero si tu vida depende de lo que consigas hoy para comer o de los enemigos de los que te puedas defender, no tienes tiempo para desarrollar enfermedades mentales.

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